Poniendo la lupa en los nuevos retos de la pandemia
El año pasado, a causa de la pandemia por COVID 19, la humanidad fue puesta a prueba y todos tuvimos que ampliar nuestra perspectiva para entender que no vivimos aislados, por el contrario, vivimos en constante intercambio con los otros y, por lo tanto, necesitamos construir formas de convivencia que comprendan el valor primordial del cuidado mutuo.
Las familias vieron transformadas sus rutinas, lo que repercutió sustancialmente en sus preocupaciones y certezas, así como también en el vínculo con la tecnología y las cargas de cuidado, crianza y acompañamiento en la educación. El hogar, el trabajo y la escuela, tres ámbitos que suelen estar diferenciados, comenzaron a convivir, mezclarse y superponerse forzosamente. En muchas familias se desorganizaron los tiempos de sueño, la alimentación, los horarios de trabajo, estudio y ocio. Estas situaciones generaron sensaciones difíciles de manejar tales como: agotamiento, enojo e irritabilidad. Se hizo necesario construir rutinas nuevas, más flexibles, acordes al desarrollo de la pandemia y a las dinámicas de cada familia.
El impacto de la pandemia no fue menos entre los profesionales del ámbito de la salud y de la educación que asistimos a niños/as, adolescentes, familias, y además, acompañamos la actividad laboral de otros profesionales. Nosotros también necesitamos aprender a contener la ansiedad por la incertidumbre de reducir nuestros encuentros presenciales a virtuales, aligerar y transformar las expectativas respecto del valor de los encuentros terapéuticos y/o educativos e introducir modificaciones en nuestra forma de trabajo.
Sostener la incertidumbre, la ambivalencia y la inseguridad requiere de un importante esfuerzo y nos provoca emociones y sentimientos que se pueden manifestar a través de diferentes comportamientos. Es importante saber que cada familia, cada profesional, procesa este escenario actual de manera particular, de acuerdo a sus recursos simbólicos, emocionales y materiales y que lo hace de la mejor manera que puede o conoce. Y que a pesar de los aprendizajes que fuimos implementando aún perduran muchas dudas ¿Cómo armonizar nuestras necesidades con las de los otros y encarar la convivencia si aún no estamos exentos de los peligros del virus? ¿Qué tipo de imágenes y sentimientos guardamos en nuestra mente producto de las medidas de aislamiento social preventivo y cómo esas experiencias pueden obstaculizar los vínculos con las personas o las actividades laborales? ¿Puedo pensar que lo que me afecta emocionalmente es independiente de los sentires de los otros? ¿Cómo acompañar a las familias y a los niños/as que tuvieron que cambiar los modos de convivencia que los hacía sentir contenidos y hoy se encuentran muy abrumados, angustiados?
Sabemos que no hay recetas que sirvan a todas las familias o profesionales ni que funcionen para todas todo el tiempo. Personalmente creo que para entender la complejidad de las situaciones que estamos viviendo, es imprescindible animarnos a escuchar con mayor libertad y profundidad, dejándonos impactar por lo nuevo, de esa manera nos damos cuenta de que existen muchas formas de escuchar y valorar lo que nos dicen, y así poder trabajar en su comprensión.
Tejiendo la convivencia
Una de las enseñanzas que nos dejó la pandemia es que vivimos entramados en una vida de la que todos somos partícipes y que nuestras acciones y decisiones nos afectan mutuamente. En medio de estos paisajes solemos pensar en términos de conexiones: ¿Qué relación hay entre la forma de los niños de manifestar sus malestares, las formas de convivencia familiar producto del aislamiento social preventivo y las tensiones en el campo educativo? ¿Qué tipo de conexiones son posibles entre el sentimiento de frustración de los profesionales por sus dificultades en entender su incomodidad o angustia ante la necesidad de encontrar nuevas pautas de acción, la percepción que tienen de los sentimientos de sus pacientes y la posibilidad de ofrecerles alternativas a sus sufrimientos? En estos escenarios dada la variedad y complejidad de situaciones emocionales de conflicto que pueden emerger es necesario construir una mirada implicada, dinámica y vincular que nos permita tomar conciencia que no vivimos solos, que no estamos aislados, y que todos necesitamos acompañarnos y cuidarnos de la mejor manera posible.
¿Cómo ayudar a afrontar experiencias nuevas?
El trabajo constante para tomar conciencia de lo que nos está sucediendo, del sentido de nuestras actuaciones y la motivación por encontrar recursos que nos ayuden y además, apoyen y sostengan a aquellos que ayudan y nutren a otros, muchas veces devienen en desgaste, frustración, cansancio.
A lo largo del tiempo se utilizaron diferentes experiencias que permiten descubrir trasfondos emocionales y cognitivos que puedan estar obstaculizando la actividad profesional o el ejercicio de la parentalidad, en el difícil camino de darse crédito a sí mismo en la tarea de “ayudar a otros”. Por ejemplo, los grupos Balínt los procesos de supervisiones clínicas o institucionales, espacios de orientación a padres y familias, ámbitos que permiten tejer experiencias y volver a la práctica con más sabiduría.
Considero que en este momento de tanta incertidumbre los espacios de encuentro con otros que escuchan, piensan y expresan sus saberes revitalizan el pensamiento y nos permiten sentirnos contenidos.
Los poetas lo han expresado mejor que nadie, uniendo la belleza y el sentido como en los siguientes versos de “Piedra de sol” de Octavio Paz:
la vida no es de nadie, todos somos la vida (…)
soy otro cuando soy, los actos míos son más míos
si son también de todos,
para que pueda ser he de ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros,
los otros que no son si yo no existo,
los otros que me dan plena existencia,
no soy, no hay yo, siempre somos nosotros,
la vida es otra… (1960)
Entonces, si al final pudimos pensar, trabajar, construir, entramados con otros nos vamos a dar cuenta que no somos los directores de la orquesta universal. Que necesitamos a los otros para ser, para nutrirnos, para crecer, para procrear, para aprender, para todo lo que implica el vivir que es siempre convivir.(Najmanovicch,2020). CLICK AQUÍ: PENSAR LA PANDEMIA
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BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA
-Seminario «Aprender a mirar de nuevo para poder transformar: observación directa». Aportaciones a la formación del médico de familia David Closas Juanc, Fabiola Dunyó Esteved, (2007)
– Grupos Balint. Funcionamiento, composición y encuadre. José R Loayssa Lara(2018)
–Poniendo la Lupa en la Supervisión Clínica . Ana María Daskal.Revista Argentina de clínica psicológica(2008)
–Impacto emocional en pandemia. Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia(2021)
– Pensar en tiempos de pandemia. Najmanovich, D(2020)
– Funcionamiento familiar y su relación con la satisfacción con la vida familiar en adolescentes con autismo María Pilar Delgado , Isabel Laporta , Soraya Rebollar,otros (España); Servicio Navarro de Salud (España)