Breves apuntes sobre creatividad
El tema de la creatividad es sumamente interesante de abordar y a la vez misterioso para cualquiera que pretenda entrar en contacto con la propia creatividad y la de los otros. Una de las grandes aportaciones en el siglo XX acerca de los estudios sobre creatividad, es el reconocimiento de que todos somos creativos, más o menos, y no sólo los genios. Así como el descubrimiento y definición de la capacidad creativa como talento es susceptible de ser desarrollado.
Desde el punto de vista etimológico «crear» es dar existencia a algo o producirlo de la nada. En uno de los primeros trabajos del psicólogo soviético Vygotsky, en su texto “La imaginación y el arte en la infancia” propone que “ser humano significa ser creativo”.
¿Se podría hablar de creatividad en las personas con autismo?
Los especialistas dicen que las personas con autismo no tienen capacidad imaginativa suficiente para ponerse en la piel del otro, para comprender lo que les sucede o sienten; que son incapaces de simular situaciones hipotéticas y que tienen poca flexibilidad para crear “de la nada”, tendiendo a repetir sus esquemas habituales.
Recordemos que las personas con autismo suelen tener un tipo de atención “hiperfocalizada”, por ese motivo arman rompecabezas de muchas piezas con facilidad, perciben de modo selectivo (centrados en sus intereses), además de que su memoria suele ser privilegiada.
Así que, en un primer acercamiento, esta hipótesis desde el punto de vista creativo podría ser considerado como un defecto, sin embargo, como las personas con autismos perciben la realidad de un modo diferente, sus obras tienen un aspecto único y especial. Un ejemplo de esta potencialidad creativa se pone en evidencia a través de las producciones de Stephen Wiltshire, conocido por su habilidad para dibujar paisajes, especialmente arquitectónicos o urbanísticos, después de haberlos visto sólo una vez.
¿Cómo sería el mundo si el autismo se comprendiera desde la perspectiva de quienes lo viven? ¿Qué nos enseñan sus experiencias?
Estoy convencida que la mejor explicación de lo que significan las condiciones del espectro autista y sus potencialidades creativas se derivan de experiencias vividas por personas con dicha condición. Ellos nos transmiten modos de existir únicos, experiencias singulares que han alcanzado su realización gracias a su condición de autismo. Sus enseñanzas serán de gran ayuda para acompañar el proceso de crecimiento de niños, jóvenes o adultos con autismo.
- Temple Grandin y la potencialidad creativa
“Me alejaba cuando intentaban abrazarme porque ser tocada por otra persona enviaba una sensación abrumadora por todo mi cuerpo, quería sentir el efecto consolador de un abrazo, pero mi sistema nervioso no me lo permitía… aprendí que necesitaba la presión adecuada para calmar mi sistema nervioso y, para satisfacer eso, construí mi “squeeze machiné”. La diseñé de una forma que permitiera controlar la cantidad y la duración de la presión a lo largo de mi cuerpo, lo que gradualmente redujo mi sensibilidad hasta poder tolerar el abrazo de una persona”.
“Nunca cambiaría quien soy, el autismo es parte de mí. Lo que sí cambiaría es cómo perciben el autismo, porque a partir de esa percepción mis necesidades serán o no serán tomadas en cuenta”. Temple Grandin
Su necesidad de sentirse contenida físicamente, la motivó a inventar la máquina de abrazar (o de abrazos, o de dar abrazos): un dispositivo de estimulación por presión profunda diseñado para calmar a las personas hipersensibles.
Gradin inventó el dispositivo para aliviar su propio estrés durante sus estudios universitarios.
¿Qué nos enseña su experiencia?
Por una parte, la importancia que tiene favorecer la expresión creativa de todas las personas haciendo foco en sus potencialidades y no en sus déficits. Pero también nos muestra que es capaz de desear que sus necesidades sean tenidas en cuenta tal como ella es y no a partir de querer “normalizar” sus deseos.
- E. Robison fue diagnosticado con autismo a los veinte años.
A Robison le fascinaba desarmar y rearmar electrónicos y contar historias. Estas actividades fueron una fuente de refugio durante su niñez y adolescencia. Hoy en día es orador, escritor y tiene una compañía propia llamada J. E. Robison Service. En sus relatos podemos percibir sus manifestaciones de ira y tristeza, ambas generadas por las frases de rechazo que recibía constantemente.
Así nos habla de sus emociones:
“Seré sincero, crecer sin saber por qué era tan diferente me hizo pasar por experiencias muy dolorosas, pero no culpo el autismo. No considero que el autismo sea una enfermedad ni una tragedia, es una forma de ser; no hay cura porque no hay necesidad de cura. Lo que sí hay es necesidad de conocimiento y adaptación por parte de quien tiene autismo, de su familia y de todos los que le rodean. Por falta de conocimiento me tomó mucho tiempo dejar de esconderme y aprender a amar y conocerme a mí mismo. Sin embargo, hoy puedo decir que me siento orgulloso de ser aspergiano”.
“¡Mírame a los ojos niño!” “No sé cuántas veces escuché eso, pero fueron tantas que empecé a esperar escuchar la frase salir de la boca de cualquiera que me conociera, antes de que la dijera… todos pensaban que podían explicar mi conducta, pensaban que era sencillo, decían, “simplemente no es un niño bueno”, o “pareces un psicópata”, “nadie confía en alguien que no mira a los ojos”, “estás tramando algo” y nadie estaba en lo cierto, la verdad es que yo ni siquiera entendía por qué se enojaban tanto o qué sentido tenía el tener que mirar a los ojos. Pero aun así me sentía avergonzado, porque todos esperaban que lo hiciera, y lo sabía, pero no lo hacía. ¿Entonces, había algo malo en mí? Llegué a creerme todo lo que decían de mí, porque tantas personas decían lo mismo… sentirme defectuoso dolía mucho. “
John E. Robison.
¿Qué nos enseña su experiencia?
Nos muestra que él podía captar las expresiones de descalificación de las personas hacia él, aunque algunas veces no entendía el motivo que las desencadenaba. Esto nos permite decir si podía inferir o anticipar lo que el otro pensaba, por lo tanto, que no es “impermeable” a las emociones de los otros, tal como se dice que les ocurre a las personas con autismo.
Conclusión
Gardin y Robinson nos muestran que demás de tener autismo tienen mucha imaginación. Nos transmiten modos de existir únicos, experiencias singulares que han alcanzado su realización gracias a su condición de autismo.
¿Qué me enseñó mi propia experiencia como terapeuta de niños y jóvenes con condiciones del espectro autista?
Como terapeuta de niños/as y jóvenes con signos clínicos de autismo, tuve la oportunidad de comprender que el autismo se manifiesta de una manera singular en cada persona como individuo. Las experiencias que atravieso junto a ellos me deja diferentes tipos de huellas. Se trata de huellas que me enriquecen desde el punto de vista personal y profesional; finalmente me dan claves y nuevos recursos para afrontar otros encuentros terapéuticos. Aprendo sobre lo que necesita un niño/a, cómo se producen las transformaciones a lo largo de la vida, también sobre la resiliencia, la empatía y el reconocimiento y disfrute compartido y también aprendo como potenciar en cada uno ellos la imaginación, el juego, el pensamiento.
En mi último libro, “ENCUENTROS CON UN NIÑO AUTISTA. SEIS PÉTALOS PARA UNA TERAPEUTA”, narro cómo es posible desplegar la imaginación y potenciar la creatividad en el interior de un vínculo terapéutico. Voy a transcribir algunos fragmentos que me permitieron entender el autismo desde la propia piel de un niño:
“Es la última sesión de Martín conmigo como terapeuta después de seis años de tratamiento. Se muda a otra ciudad junto con su familia y por eso habíamos estado trabajando en las últimas sesiones el tema de las separaciones y de los horizontes que se abrían a futuro… Sin embargo, la circunstancia de la mudanza profundizaba aún más la sensación de “fin de terapia”. A mí también se me hacía difícil el adiós, tal vez tanto como a él. Le pido entonces que dibuje a su manera qué sintió, vivió, pensó a lo largo de los encuentros que compartimos en mi consultorio. Su primera reacción es de desconcierto. ¿Cómo es que yo me animaba a formularle una sugerencia tan compleja? De todos modos, toma el lápiz y muy decidido traza algo parecido a una flor de seis pétalos, y en cada pétalo diseña unos símbolos que no puedo dilucidar a primera vista. ¡Una hermosa y extraña flor a modo de despedida! Me asombra, me toma desprevenida, hay algo sorprendente en ese dibujo y la emoción pronto se anuda en mi garganta”.
“Entonces le sugiero que me cuente de qué se trata el dibujo, qué quiere decir; “tengo la esperanza de que él mismo me transmita un atisbo del significado sobre esos símbolos mudos, ¿por qué una flor? Entonces escribe al lado de cada pétalo una palabra. La primera es oscuridad. Luego va agregando otras: agua, fuego, viento, tierra, luz… Esas palabras”. ¿Habrán emergido en él esas expresiones entre las sombras más recónditas de su alma? La presencia del dibujo que condensa en un papel estos seis “pétalos-palabras” reclama a cada momento mi atención, no puedo dejar de percibir el magnetismo con el que me atrae esa figura. Encuentro ahí un enigma, un sentido oculto que me siento interpelada a descifrar, en tanto me enfrenta a un desafío intelectual que me involucra afectivamente al mismo tiempo. Por ello me propongo dilucidar esta obra de Martín, sugestiva conjunción de trazos y palabras donde anidan a la vez ideas y emociones”.
“¿De dónde había tomado mi pequeño paciente esas palabras? Su potencia creativa me resulta admirable, pero el dibujo encierra a la vez un misterio que no alcanzo a vislumbrar. ¿Cuál era el secreto que había trasmudado a lo largo de estos años la oscuridad en luz?”
“Intuía que el resultado de nuestros encuentros contrariaba de algún modo el vaticinio del primer diagnóstico médico, el que lo encuadraba en una herencia biológica inconmovible, sin posibilidades de transformación: “autismo”. Sin embargo, la intuición no bastaba para comprender ese mágico dibujo de despedida, los símbolos, los seis pétalos, las seis palabras. Seis años también habían transcurrido desde nuestro primer encuentro”.
Volviendo al tema de la nota, en la instancia que se afirma que las personas con autismo tienen dificultades de expresar simbólicamente sus pensamientos, sentimientos y que esto los hace “diferentes” respecto a los modos que las otras personas experimentan la realidad, les propongo el siguiente desafío a su propia creatividad: ¿Qué piensan ustedes de los pétalos? Es decir, las palabras oscuridad, agua, fuego, viento, tierra, luz.
Para que reflexionemos juntos: ¿Crees que los pétalos que dibujó Martín reflejan el ciclo de la vida, esa transición que hacemos entre diferentes momentos de nuestra vida, desde la oscuridad a la luz?
Creo que se necesitan nuevas miradas, enfoques, puntos de vista… para terminar de entender -y resolver- muchas de las problemáticas que atraviesan a los diferentes enfoques teóricos del autismo, también que es importante que todos podamos refrescar nuestras reservas creativas para acercarnos a escuchar lo que las personas con autismo tienen para decirnos, seguramente nos van a enseñar sus necesidades y modos de ser que ningún manual de diagnóstico puede anticipar. Pienso que ellos pueden ser nuestros mejores maestros, pero para eso tenemos que advertir sus señales.
En el siguiente link van a encontrar el testimonio de Manuel Nieto, un niño un joven artista autista que inspiró con sus dibujos una serie de historias muy interesantes. Ver link
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