Robots Sociales que ayudan a niños con déficit de atención, autismos y otros desafíos en el desarrollo.

Claramente, los robots ya no vienen del futuro, los robots forman parte de nuestro presente y son de gran ayuda para algunas personas. Uno de los grandes avances que ha tenido la robótica los últimos años, tiene que ver con el perfeccionamiento de los robots sociales. En esta ocasión, queremos contarte acerca de ellos, inspirados en la nota de Clarín.

 

Los robots sociales están creados y diseñados para interactuar con humanos. En muchos casos, son los encargados de enseñar habilidades educativas y sociales a alumnos en las escuelas de todas las capacidades, incluidos los que sufren trastornos por déficit de atención, hiperactividad, deficiencias auditivas, síndrome de Down y distintos tipos de autismo.

Atender a los niños que padecen de espectro autista es lo más urgente hoy en día: según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (EEUU), 1 de cada 45 niños es diagnosticado con autismo.  

Los alumnos con diferentes autismos, tienden a responder a los robots de manera distinta a como lo hacen con las terapias y demás recursos que usan los especialistas para ayudarlos. Esto puede ser a causa de que “(…) los robots lucen como personas, pero no lo son, no juzgan (…)”, tal como afirma Brian Scassellati, profesor de informática, ciencias cognitivas e ingeniería mecánica de la universidad de Yale, EEUU.

Los robots sociales tienen una gran variedad de diseños, pueden parecerse a un niño pequeño, a un muñeco o a una máquina y pueden llevar nombres alegres, amigables y reales, como por ejemplo Kaspar, Zeno, etc. 

En un reciente estudio de Scassellati junto con sus colegas, un prototipo de robot al que llamaron “Jibo” (parece una lámpara de mesa con una cabeza redonda que puede girar en cualquier dirección, con un círculo brillante de pantalla que se asemeja a un rostro) trabajó durante 30 días con 12 niños. Este robot modeló el comportamiento social de estos niños, como establecer un contacto visual y compartir atención, y proporcionó información durante seis juegos interactivos a través de su pantalla. El trabajo que realizó este robot sirvió para ajustar la dificultad de juego en función del rendimiento del niño que lo juega. 

Cabe destacar que la idea de este estudio no fue sustituir a los maestros o cuidadores. No sirve de nada que los niños se limiten a responder a la tecnología, sino que, lo que se pretende, es que aprovechen esta tecnología de una manera sustancial, para desarrollar sus habilidades sociales y educativas. 

Robots sociales: la IA llega a las aulas

Así como las investigaciones sobre cómo se forman las percepciones en las personas y la inteligencia emocional han avanzado, la inteligencia artificial de los robots sociales aprovechan e interpretan estos conocimientos para traducirlos en algoritmos que les permiten interpretar el habla, los gestos y las señales verbales en general. 

Gran parte de la enseñanza de habilidades sociales a los niños con autismo consiste en saber leer e interpretar expresiones faciales, el lenguaje corporal y descifrar señales sociales de las demás personas. La inteligencia artificial puede enseñarles a los niños con déficit de atención todas estas cosas. Pese a que estos robots sociales son utilizados en estudios e investigaciones, existe un mercado incipiente que está dirigido a los niños en las escuelas. 

Junto con los juegos interactivos programados para estos niños, los robots sirven de amigo y de maestro alentador que les ayudará a mejorar sus habilidades sociales. 

Podemos decir que, una vez más, la tecnología supera las expectativas: la inteligencia artificial pareciera que puede ayudar a los niños y niñas con diferentes tipos de desafíos en el desarrollo de muchas maneras  (a través de robots, juegos interactivos, pantallas o lo que imaginemos). 

Es innegable que los juegos tecnológicos desarrollan anticipación, tramitación de estímulos simultáneos, habilidades visomotoras y espaciales; todas funciones que están relacionadas con la actividad cognitiva. 

¿Cuál será entonces la influencia de esos nuevos modos lúdicos en la constitución de la subjetividad? Existe un consenso en los distintos autores acerca de los efectos humanizantes que tiene el vínculo con las figuras de crianza en los comienzos de la vida. Estas figuras tienen a su cargo  la función de sostener la inmadurez afectiva y cognitiva del pequeño y, al mismo tiempo, son  mediadores entre los estímulos externos y las primeras sensaciones. Es así como se tejen las primeras formas de empatía, de comunicación y de sentido de la experiencia, potenciando el despliegue del pensamiento. 

Quizá haya que encontrar nuevos modos de pensar los avances de la tecnología, complementada con vínculos interpersonales profundos y placenteros que lleven a adaptaciones creativas de  los nuevos descubrimientos, para evitar a los niños la soledad afectiva que se consigue en las sociedades altamente tecnologizadas. 

Si quieres explorar y aprender acerca de qué singularidades asumen las experiencias lúdicas de los niños/as con autismo y enriquecer los vínculos a través del juego, te invitamos a participar del curso “Autismos, juego y comunicación”.

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